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Albaicín de Granada

Albaicín de Granada

El barrio del Albaicín, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1984, fue el germen de la actual ciudad de Granada y conserva aún toda la magia de su pasado árabe.

En la etapa islámica, el actual Albaicín era un conjunto de diferentes núcleos urbanos independientes y no fue hasta la era moderna cuando alcanzó su actual concepción unitaria.
 
El Albaicín fue en su origen un núcleo que se extendía al nordeste de la Alcazaba Cadima (vieja). Existen varias versiones sobre el origen del topónimo Albaicín. La más aceptada es la que hace referencia a un vocablo árabe que designa al barrio de los halconeros. No fue hasta finales del siglo XV y principios del XVI cuando comienza a utilizarse el nombre indistintamente para referirse al pequeño arrabal original y a todo el conjunto urbanístico situado frente a la Alhambra.
 
Pasear por el Albaicín es pasear por la historia de Granada. Sus construcciones, sus plazas y la propia estructura de sus calles permiten al visitante observador reconocer las diferentes transformaciones culturales y sociales de la ciudad.

Albaicin

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Ruta por el Albaicín:

La Puerta de Elvira
La Puerta de Elvira, situada al pie de la colina y de la que actualmente sólo se conserva el arco, era la entrada tradicional a la ciudad de Granada, y es hoy en día el punto de partida perfecto para conocer el barrio. A sus pies se encuentra la actual Plaza de San Gil, conocida en época musulmana como Plaza de Hatabin o de los Leñadores, y que fue una de las más concurridas en la época árabe, pues servía como punto neurálgico de las comunicaciones entre la ciudad y los arrabales y medinas situadas en el margen opuesto del río Darro.
 
El visitante que se adentra por primera vez en el Albaicín descubrirá un barrio lleno de vida, sintiéndose trasladado a los momentos más gloriosos de la Historia de Granada. Poco se sabe de sus primeros moradores, ya que apenas existen vestigios de su pasado ibero o romano, pero los largos siglos de asentamiento musulmán se pueden reconocer, no sólo en sus construcciones y en la fisonomía del barrio, sino también en el aroma a jazmín que impregna sus calles, en los jardines moriscos, en sus cármenes –las casas típicas del barrio– o en la decoración de sus villas.

La calle Elvira
La calle Elvira, que nace desde el Arco del mismo nombre, fue uno de los ejes más importantes de la ciudad, hasta la apertura de la Gran Vía. De trazado rectilíneo, destaca en ella la iglesia de San Andrés, que cuenta con un minarete como símbolo de su pasado como antigua mezquita.
 
Al final de la calle encontramos la Plaza Nueva, que data del siglo XVI, y en cuya construcción quedan ya patentes los ideales urbanísticos cristianos. En ella se encuentran la Real Chancillería y la Iglesia de san Gil y santa Ana, ejemplo prototípico de las construcciones mudéjares desarrolladas en la ciudad durante el principio del XVI.

La carrera del Darro
Siguiendo por la plaza de Santa Ana el visitante accede a la Carrera del Darro, una de las calles más bellas y pintorescas de Granada. Su especial localización, en el valle del río, los contrastes lumínicos provocados por la estrechez de la calle, y la belleza de las construcciones que la flanquean, como la Casa de los Condes de Arco, el Convento de Santa Catalina de Zafra, la Casa de Castril o los Baños Árabes del Bañuelo, conquistaron a los románticos franceses e ingleses, que la convirtieron en el escenario soñado de muchos de sus relatos.

El paseo de los tristes
La Carrera del Darro lleva hasta el Paseo de los Tristes, otro de los lugares emblemáticos del Albaicín y del que nace la empinada Cuesta del Chapiz, desde la que se puede tomar la ruta hacia el Sacromonte. En la Cuesta del Chapiz el visitante no debe dejar de visitar la Casa Morisca, o el Palacio de los Córdova, basado en un edificio del siglo XVI que fue reconstruido en su actual ubicación a mediados de los años 60 del siglo XX y que alberga en su interior el actual Archivo Municipal.

El Sacromonte
El Camino del Sacromonte permite descubrir otra de las edificaciones más típicas de Granada, las cuevas, habitadas en su día por los gitanos del barrio y hoy convertidas en tablaos flamencos, restaurantes, discotecas y alojamientos turísticos, aunque todavía quedan algunas en las que vive gente.
 
Siguiendo la Cuesta del Chapiz se llega al perímetro de la Alcazaba Cadima o Vieja, en cuyas cercanías encontramos la Iglesia de San Salvador, construida sobre la Mezquita Mayor del Albaicín y que todavía conserva el patio de abluciones, así como el Convento de las Tomasas.

Aljibes y miradores
A la derecha bajando por la Plaza Aliatar y la calle Panaderos llegamos a la Plaza Larga, la principal del Albaicín. Desde allí, podemos dirigirnos al mirador de San Nicolás, con las mejores vistas hacia la Alhambra, que permiten obtener una imagen global del conjunto monumental. O bien recorrer la calle Larga de San Cristóbal hasta el mirador del mismo nombre, que ofrece una excelente vista panorámica de la ciudad. Junto al mirador se encuentra la Iglesia de San Cristóbal, en el que destaca su aljibe árabe.
 
Los aljibes, que podemos encontrar a lo largo de todo el recorrido por el Albaicín, son uno de los elementos más típicos del barrio. Eminentemente funcionales, se encuentran sobre todo asociados a antiguas mezquitas, debido a la práctica de la ablución. Entre los más destacados de la zona están el mencionado de la Iglesia de San Cristóbal y el Aljibe del Trillo, que cuenta con un interesante arco de herradura.
 
Desde San Cristóbal, podemos acceder a la Cuesta de la Alhacaba, que camina junto a la antigua muralla nazarí de la Alcazaba, o bien bajar al Carril de la Lona, desde el que podremos disfrutar de hermosas vistas de la parte este de Granada, especialmente desde el Mirador del mismo nombre.
 
Muy cerca del Mirador de la Lona se encuentra la Plaza de San Miguel Bajo, un buen lugar para descansar y disfrutar de la gastronomía granadina en los restaurantes al aire libre. También es interesante recorrer las callejuelas que salen de la plaza para descubrir el Convento de Santa Isabel la Real o el Palacio de Dar-Al-Horra, residencia de la madre del rey Boabdil, que destaca por su profusa decoración interior en contraste con la sobriedad de sus fachadas exteriores.
 
La Calle de Santa Isabel la Real, que más adelante se convierte en el Camino Nuevo de San Nicolás, nos llevará, tras un giro a la izquierda, al siempre animado Mirador de San Nicolás, el mejor lugar para contemplar la Alhambra y la mejor forma de acabar la visita al Albaicín.