Las Islas Diómedes, donde Rusia y Estados Unidos fijan sus fronteras.
En un extremo del mundo habita la magia. Casi como un juego de niños, podría alguien divertirse pasando de un continente a otro en tiempo récord y yendo del pasado al futuro y del futuro al pasado en un instante. El desafío, en cambio, es sólo para los audaces. Pero muy audaces.Islas Diómedes
Las Islas Diómedes están en el estrecho de Bering, justo en el límite entre Alaska y Siberia, entre el Océano Glaciar Ártico y el Pacífico. Esta región, actualmente separada, al final de la última glaciación, se encontraba unida. Las teorías cuentan que fue por ahí que se produjo la migración de especies de un lugar a otro. Luego, el nivel del mar subió separando los continentes y dejando a la vista el archipiélago que puebla la región. Las islas Diómedes son parte de ese fenómeno. Pertenecieron a Rusia hasta que Alaska fue vendida a los Estados Unidos, en 1867, configurándose en la frontera entre ambos países.
Las Diómedes son dos porciones de tierra separados por tres kilómetros de ancho. La mayor pertenece a Rusia, mientras que la menor es el extremo más occidental de Estados Unidos. Durante gran parte del año, esa distancia que las separa está congelada. La aventura de cruzar a pie ese tramo es el sueño de muchos. Entre ambas islas, también existe una muralla convencional que es la que marca la línea internacional del cambio de fecha. Es por eso que hacer saltos temporales hacia el futuro o hacia el pasado, es algo muy posible en esa pequeña franja del mundo.
Así como buscarlas en el mapa puede ser toda una aventura, recorrerlas no lo es menos. Las características geográficas no son un obstáculo fácil de superar. Las temperaturas extremas, el suelo rocoso, un conglomerado de hielo que rodea el lugar la mayor parte del año, y el punto preciso en el que todo cambia de ayer para hoy o de hoy para mañana. Los habitantes, por supuesto, son escasos y con una existencia al menos solitaria. Los esquimales, llamados inupiat, eran los pobladores de la región. También los osos polares.
Para llegar a Diómedes no existe transporte regular. Aventurarse hasta su localización, es un auténtico periplo. Los servicios de comunicación con el continente, son escasos, tanto para los rusos como los estadounidenses. Un helicóptero es el vehículo más apropiado. No existen pistas de aterrizaje, ya que la irregularidad del terreno no lo permite. Además, los vientos huracanados soplan permanentemente. La navegación es difícil debido a que las aguas permanecen congeladas, y aunque en verano es posible navegar, lo cierto es que los icebergs conforman verdaderos obstáculos.
Cruzar de una isla a la otra tampoco es tan sencillo. Si bien las bajas temperaturas motivan que se forme una capa de hielo, la posibilidad de atravesar a pie la distancia que las separa es una misión prácticamente imposible. En primer lugar, las temperaturas son extremas, por otro lado, el hielo puede agrietarse y romperse por efecto de las corrientes marinas. Cuando la ruptura sucede, como en efecto dominó toda la superficie helada desaparece.
Por más remota que sea esa región del planeta, la Historia, no permaneció ajena a este rincón del mundo. Cuando el globo se estremeció durante el conflicto bélico de la Segunda Guerra Mundial, este lugar tan inhóspito también sufrió sus embates cuando cayó sobre estos islotes el Telón de Hielo. El intercambio entre los habitantes de ambos lugares no estaba permitido. Tanto fue así que las autoridades del gobierno de la ex URSS, trasladaron a los habitantes de la isla mayor al continente y sólo dejaron apostado allí un destacamento militar. En la menor, en cambio, sus habitantes permanecieron en el lugar. La pequeña población residente apenas supera los 150 habitantes.
Si el mundo es un pañuelo, las Islas Diómedes están en los extremos. Dos puntos que se tocan, que se unen y se separan. Es un lugar estratégico, algo así como el backstage del globo, donde se gestan los días y donde se puede atravesar el tiempo pero con documentos puesto que es necesario atravesar las fronteras entre dos países. Son dos islas particulares, un privilegio que pocos podrán conocer.
Por Verónica Luna - Todoparaviajar.com